domingo, 12 de abril de 2009

Oración del Onanista

Padre mío que de la pared pendes, sobre m cabeza, coronando mi deseo. Santificado sea tu abdomen, placa firme de piedra sobre la que mis dedos labran tu mandato, decálogo que me susurras en silencio, deletreándolo con tu mirada de vidrio. Venga a mí tu cuerpo, reino arado que desangra la sequía propia por estar siempre observando y ajeno. Hágase nuestra voluntad ya sea en mi cuerpo o el tuyo. Uno en otro. Dentro. Hasta evangelizar mis entrañas. Dame hoy tu ofrenda líquida, aquél espíritu santo que vuela de tu vientre hacia mis nalgas; óleo espeso que me prepara a morir por un instante. Perdona mi atrevimiento y desnudez así como yo perdono tu ausencia a mi costado. No me prives de repetir noche a noche el solitario rito de tu adoración y nunca me libres del placer. Ama. Amemos. Amen. Amén.
Iván Vázquez