lunes, 29 de junio de 2009

Noelia

I

Afuera

el cielo caía en gotas

y algunos animales

recogieron nubes con la lengua.

Nosotras

enredadas y cautivas

lloviznábamos a través

de nuestra bóveda vaginal;

te recibía en mis manos

y bogaba entre tus piernas,

hasta que la premura se volvió monzón

y nos ahogámos en nosotras mismas.

Fuera

comenzaba la llovizna

y nosotras

nos amábamos en diluvio.

II

Anochecidas

por el olor a madera

y mierda

y ave,

supe que entre tus labios

crecía un olivo.

De frente

sólo pudimos mantener

el silencio.

Aquél mutismo

que dejan los cuerpos

luego de mojarse

con palabras.

Anochecidas

y secas

nos tejimos en mito

y liturgia.

Iván Vázquez