I
Afuera
el cielo caía en gotas
y algunos animales
recogieron nubes con la lengua.
Nosotras
enredadas y cautivas
lloviznábamos a través
de nuestra bóveda vaginal;
te recibía en mis manos
y bogaba entre tus piernas,
hasta que la premura se volvió monzón
y nos ahogámos en nosotras mismas.
Fuera
comenzaba la llovizna
y nosotras
nos amábamos en diluvio.
II
Anochecidas
por el olor a madera
y mierda
y ave,
supe que entre tus labios
crecía un olivo.
De frente
sólo pudimos mantener
el silencio.
Aquél mutismo
que dejan los cuerpos
luego de mojarse
con palabras.
Anochecidas
y secas
nos tejimos en mito
y liturgia.
Iván Vázquez
No hay comentarios:
Publicar un comentario